El antropólogo limeño Juan Ossio juró el sábado 4 como primer ministro de Cultura. El suyo es el ministerio 17. Parece el título de una novela de espionaje, aunque la responsabilidad del encargo podría darle material para escribir una historia épica. Sus retos no son pocos. Asistido por el periodista Bernardo Roca Rey en el Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales y por un viceministro de Interculturalidad aún por designar, deberá promocionar la actividad cultural nacional, proteger el patrimonio, tender puentes entre las distintas culturas del país y determinar una política para el sector. Y todos esos objetivos deberán ser cumplidos antes del 28 de julio próximo.
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Nacido en Lima, Perú en1943.
Es antropólogo e historiador. Catedrático principal de la Facultad de Ciencias Sociales (Antropología) de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido tinker visiting Professor en la Universidad de Chicago, profesor visitante de la Universidad de Virginia, profesor visitante de la Ecole Practique de Haut Etudes de Paris, profesor de la Maestría en Estudios Amerindios del Aula Bartolomé de las Casas de Madrid, profesor honorario de la Universidad Nacional de San Antonio Abad de Cusco (2000),becario de la Guggenheim Foundation (1990), de la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, de la Fundación Ford y del Centro Getty.
Ha comisariado la exposición Perú Indígena y Virreinal (2004). Entre sus proyectos más relevantes está la Investigación sobre los manuscritos ilustrados del Perú de los siglos XVI y XVII (Centro Getty de California). Autor de numerosas publicaciones entre las cuales se cuentan los siguientes libros:Ideología Mesiánica del Mundo Andino, Lima (1973), Los retratos de los Incas según Fray Martín de Murúa, Lima (1985), Familia Campesina y Economía de Mercado (1985), Violencia Estructural: Antropología, Asociación peruana de estudios e investigación para la paz, Lima (1990), Parentesco, Reciprocidad y Jerarquía en los Andes, Lima (1992), Los Indios del Perú, Madrid (1992), Las Paradojas del Perú Oficial, Lima (1994), Empresas Mineras y poblaciones rurales, Lima (1998),Protocolo de Relacionamiento para pueblos aislados en la reserva Territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y otros, Lima (2004) y El códice Murúa, Madrid (2004). Es autor de más de 100 artículos publicados en libros y revistas nacionales y extranjeras y productor de cuatro documentales sobre las fiestas andinas. Ha impartido numerosas conferencias tanto en su país como en el extranjero. *
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“El tiempo es muy corto”, dice Ossio. Son menos de 11 meses los que estará en el cargo, incluyendo el tiempo destinado a las transferencias con las autoridades del próximo gobierno. Por ello, el ministro no hace promesas ambiciosas. Se sabe un fundador, y como tal, su propósito es construir los cimientos de un edificio que deberá perpetuarse en el tiempo. “Ha costado trabajo, ha habido muchas polémicas, y frente a esos vaivenes tengo que demostrar que la creación de un Ministerio de Cultura es muy importante para el país. Tiene que ser una institución sólida, que nos permita revalorar nuestra cultura, mostrar que es una fuente de ingresos económicos y que a través de ella podemos tender los puentes para poder comunicarnos mejor entre los peruanos”, explica.
Llega al ministerio cuando el Gobierno está de salida. ¿Qué le hizo aceptar el cargo? ¿Su amistad con el presidente?
Eso por un lado. Por otro, depositar tal confianza en un antropólogo, un catedrático que se ha manejado más que nada en la docencia, después de haber pensado en Mario Vargas Llosa, es un honor. Y me sentí obligado. Cómo negarme a un pedido de semejante magnitud. No podía echarme para atrás.
¿Qué tan distinto será trabajar como ministro que como asesor del presidente García?
Mi trabajo como asesor siempre ha sido ad honórem. Simplemente nos reunimos, en conversaciones de amigos, donde revisamos lo que está sucediendo en el país, lo aconsejamos en algunos lineamientos políticos pero, por supuesto, todo esto el presidente lo toma o lo deja. Ahora asumo una posición institucional y, como tal, las acciones que uno ejecute repercutirán en el aparato del Estado. Esa es la gran diferencia. Por cierto, aprendí muchísimo en estos cuatro años en que me he reunido cada dos lunes con Alan García y los otros colegas, en su mayoría del mundo empresarial. Para mí era algo inédito ver desde adentro cómo se gobierna un país.
¿Cree contar con el apoyo político para liderar el ministerio?
El presidente siente un gran cariño por este ministerio. Él es un amante de la cultura. Hemos visto que ha tenido muchas iniciativas: la Casa de la Literatura, la idea de una casa para la gastronomía, el apoyo a la restauración de monumentos arqueológicos en el norte. Este ministerio es su adoración.
Tenemos un Ministerio de Cultura antes de pensar cuál debe ser la política cultural del país. ¿No estamos poniendo la carreta delante del caballo?
Creo que la política cultural está muy bien planteada en la Ley de Creación del Ministerio de Cultura. ¿Qué contiene este ministerio? Por un lado, la preocupación por la defensa del patrimonio cultural, el respeto por la creación, la conservación del patrimonio del pasado y del presente. Por otro lado, también la cultura es comunicación, y como tal debemos tender los puentes entre las distintas culturas del país, sobre todo cuando se ha pensado que éramos un país homogéneo y recién nos reconocemos como un país pluricultural. Si reconocemos eso, podremos evitar conflictos futuros y vivir en una sociedad mucho mejor integrada.
¿Qué sucederá con un gobierno siguiente, cuyo futuro ministro de cultura no tenga un perfil de antropólogo?
Sin duda, mucho de nuestro aparato institucional todavía depende de las personas que administran las instituciones. Aún no hemos llegado al estatus en el que el aparato marche solo, como ocurre en sociedades más desarrolladas. Pero la idea es tratar de echar las bases institucionales para que, al margen de quien ocupe el puesto, el aparato siga funcionando.
¿Cómo darle un carácter técnico al Ministerio de Cultura, siempre atractivo para un uso político?
En primer lugar, necesito rodearme de gente que comparta mis puntos de vista para lograr construir este edificio con bases muy sólidas. Te confieso que desconozco los vericuetos del aparato institucional y que, si no cuento con personas que realmente me ayuden en eso, estaré un tanto perdido. Ya tengo pensado un equipo que me dará el apoyo para moverme con mayor facilidad. Asimismo, hay que recoger las experiencias de otros países. Creo que contando con un buen equipo y analizando en profundidad cómo se ha venido administrando la cultura, podremos construir un ministerio de gran calidad técnica.
Algunos organismos públicos adscritos al Ministerio de Cultura han generado polémica. ¿Por qué tiene que estar el Indepa en el nuevo ministerio?
Por una sencilla razón: somos un país pluricultural y el Instituto Nacional de Desarrollo de los Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano (Indepa) ha sido la institución que ha tratado de tender los puentes entre los distintos grupos culturales. Se ha preocupado por estas poblaciones originales que han sido siempre las excluidas. Creo que bien vale que lo incorporemos.
¿El Ministerio de Cultura sumará el presupuesto de las instituciones reunidas o podrá recibir mayores ingresos?
Desde un principio, cuando la idea del Ministerio de Cultura estaba en pañales, siempre le dije al presidente que solo con los fondos del Estado nunca funcionaría completamente. Es en esas circunstancias que se pensó la iniciativa de Natalia Majluf, como es la Ley del Mecenazgo. Es importantísima para que el ministerio desarrolle esta ley que les da facilidades tributarias a quienes contribuyan en su desarrollo. Esa es una de sus fuentes de financiamiento. Actualmente vivimos una efervescencia cultural, un desborde de la creatividad, y todo esto se está consiguiendo con el apoyo de empresas privadas convencidas de su responsabilidad social y cultural.
¿Tiene alguna propuesta concreta para pensar el apoyo empresarial para el ministerio?
Pienso que podría existir un fondo permanente para la cultura. Si en Chile, por ejemplo, existe un diez por ciento del canon del cobre reservado para la compra de armamento, ¿por qué no dedicamos un porcentaje menor del canon minero para el desarrollo de la cultura? Eso sería una manera de demostrar cómo utilizar las ventajas obtenidas de las industrias extractivas. No para armarnos, sino para promover la creatividad de nuestro pueblo.
La sociedad civil que crea cultura pocas veces se siente representada por el Estado. ¿Cómo hacer para que este ministerio se convierta en su socio?
Buscando que estimular la creatividad de la sociedad civil.
¿Y cómo se consigue eso?
Pienso que los premios, los concursos y el financiamiento de proyectos pueden estimular toda la creatividad que se aprecia actualmente. Además, tenemos que mejorar la calidad de las áreas que capacitan a los creadores. Asimismo, coordinar con los gobiernos locales y regionales servirá para institucionalizar los mecanismos.
¿La protección del patrimonio se verá fortalecida con un ministerio?
Pienso que sí. Una de mis grandes preocupaciones con respecto al patrimonio monumental es el saqueo de las iglesias y las huaquerías, así como el comercio ilegal de las piezas arqueológicas y coloniales. Desde hace mucho tiempo he venido conversando con la policía para crear un cuerpo especializado en la protección del patrimonio cultural, como existe en España o Italia. Conversando con el Ministerio del Interior y recibiendo el apoyo de entidades extranjeras, podríamos tener un cuerpo especializado. Junto con eso, el inventario del patrimonio cultural es fundamental.
¿Cuál será su papel frente a la destrucción del patrimonio urbano, el caso de la destrucción del malecón de Chorrillos, por ejemplo?
Habrá que hacer algunos pronunciamientos y coordinar con las municipalidades. Algo podemos decirles a los gobiernos locales para que frenen este tipo de abusos. Pienso también en los alcaldes de provincias, que cuando tienen algo de dinero se dedican a hacer monumentos a la papa o plazoletas sin sentido estético. Podríamos intentar una coordinación con los gobiernos locales para poner freno de una vez a estas barbaridades.
CALCULANDO EL PRESUPUESTO
Eso sería coyuntural. Cuando estás en un proceso de construir y no tienes los recursos, debes buscar el apoyo privado. En el futuro, en épocas de vacas flacas, tendremos que depender más del Estado. En esa circunstancia tendríamos un presupuesto logrado por los recursos obtenidos a través de los monumentos históricos administrados por el Estado. Sin embargo, hasta el momento que yo termine, trataré de aprovechar al máximo la bonanza económica del país, asegurando proyectos a futuro.
El Instituto Nacional de Cultura tiene el 0,07 % del Presupuesto General de la Nación. ¿Cuánto cree que debería ser el presupuesto del Ministerio de Cultura?
Eso no lo puedo decir ahora. Cuando esté bien montado en el caballo, podré decir cuáles son los requerimientos. Pero, sin duda tengo que empaparme rápido del tema porque en estos momentos estamos discutiendo el presupuesto para el próximo año.
¿Si hablamos de buenos deseos, alcanzaría el 1% o el 2% del PBI?
No te puedo decir. No quiero arriesgar porcentajes hasta que no vea todas las necesidades.**
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La administración para la cultura requería ser reorganizada, para que sus organismos funcionen de manera adecuada y eficiente; pero como ya se creo esta nueva cartera, esperemos que sea por el bien de la nación y desempeñe las funciones debidas.
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Un ministerio no puede mantenerse solo con la generosidad de los mecenas…